Me encontraba mirando MA, cuando me llamó la atención la fotografía de un Ama vestida de cuero negro, con un gesto altivo y poderoso.
El anuncio parecía sugerente, pero ya había conocido otros, con fotos y textos atractivos, que detrás escondían "amas", que aunque en el mejor de los casos, ponían su mayor interés en los gustos que le manifestaba, me transmitían que aquello era un trabajo, donde representaban un papel, en el que poco creían y poco disfrutaban.
Había varios anuncios de Ama Gea, que leí de forma rápida primero, y más detenidamente después.
Los textos estaban bien redactados, las fotografías bien escogidas, y su contenido, más que excitante, translucía que la persona que los había escrito, debía ser inteligente, y conocedora del verdadero significado de la palabra "Ama".
A la semana siguiente cogí el teléfono, y llamé a la que hoy es mi Ama, Dueña y Señora.
La voz que sonó al otro lado del teléfono me sorprendió. Hablaba de forma acelerada y su tono era más jovial de lo que me esperaba. Detrás de esa jovialidad había un toque de autoridad.
Después de un breve interrogatorio, la conversación terminó con: "Ya tienes una sesión con Ama Gea, a las 17.30". Me quedé con la impresión de que no era yo el que la había elegido, era ella la que me había admitido. ¡Me encantó!
Acudí a la cita un poco nervioso y telefoneé a las 17.30 en punto, me dio la dirección completa y me indicó que podía subir.
El edificio era antiguo, bueno más viejo que antiguo, busqué el ascensor pero no existía, y subí andando por las escaleras.
Llamé al timbre y al abrirse la puerta, me encontré a una mujer menos alta de lo que imaginaba y su indumentaria, aunque no la recuerdo bien, no era la de un Ama tradicional.
Era bella, con una belleza especial que me cautivó desde el primer momento.
Aunque no recuerdo su vestido, si recuerdo la impresión que me causó. Dejaba adivinar un excitante cuerpo, pero me daba la sensación que por mucho que deseara tocarlo, no iba a ser fácil que lo pudiera rozar, por supuesto y no sin el permiso de su propietaria.
El apartamento me causó una pobre impresión.
Era un local pequeño, poco equipado, sin ventanas, con una cocina cutre y con una sala anexa, que luego descubrí que era la sala medical, pero que a mí me pareció un trastero.
Pese a todo, no estaba exento de encanto, y era un lugar muy limpio. La carencia de ventanas, los colores oscuros y la tenue iluminación, le imprimían una sensación de intimidad y le hacia asemejarse a una mazmorra.
Comenzamos hablando de mis experiencias anteriores, de las prácticas que me gustaban o podría aceptar y de mis límites.
No sé si por vergüenza, o por si alguna de las prácticas podían molestarla, no fui demasiado explícito, pero si manifesté que tenía experiencia, y que podía aceptar casi de todo, con el único limite de que no deberían de quedarme marcas.
Ella me comentó que venía del mundo amateur, y que había tenido una mala experiencia dominado junto a otra Ama.
Ahora quería vivir una nueva experiencia por su cuenta.
Me manifestó, y sentí como sincero, que le encantaba tener un sumiso que aceptara todo tipo de prácticas.
Después de enseñarme los códigos de seguridad, me ordenó desnudarme en le cuarto de baño y arrodillarme a sus pies, cuando volviera, para empezar la sesión...
Pepe Estrella.
domingo, 9 de noviembre de 2014
miércoles, 12 de marzo de 2014
"MARIA / GEA"
Mi relación con Ama Gea estaba evolucionando de forma vertiginosa.
Había pasado en muy poco tiempo de ser, una sucesión de experiencias divertidas y excitantes, a crearme un lazo emocional que comenzaba a impregnar mi vida.
Esto coincidió con una nueva crisis con mi pareja, y de pronto encontré que era muy difícil, recomponer mi relación familiar, a la vez que mantenía algo, que ya no era una aventura pasajera.
En alguna otra ocasión, pude vivir algo similar, pero ni de lejos, con la implicación emocional que esta me producía. Por primera vez "estaba" de verdad, con otra mujer que no era la mía.
Durante unos días evité llamar a Ama Gea, pero finalmente el deseo de verla fue mucho más fuerte que todas mis dudas.
Cómo ansiaba tener el internamiento, del que solíamos hablar, encontré la manera de ausentarme una mañana de mi trabajo. Y cuando lo conseguí, la telefoneé.
Cometí el error de decirle que, "teníamos que hablar". Luego supe que esa frase la había preocupado. (Odio ocasionar en mi Ama algún sentimiento que le produzca algún malestar).
El internamiento se complicó; mi Ama estaba reformando su salón, por lo que me dijo que en principio, podríamos mantener nuestro encuentro a partir de las ocho de la mañana, pero que tenía que confirmármelo.
No recuerdo el motivo por el cual, no pudimos ponernos en contacto, pero de igual manera, a las ocho de la mañana, estaba en la puerta de su casa, con unos bollos para el desayuno.
Cuando la llamé antes de subir, y me dijo que no podíamos mantener el internamiento, el corazón me dio un vuelco, pero me dejó subir un rato, hasta la llegada del estúpido carpintero y tomar un café juntos.
La encontré en pijama. No sé como está más bonita, si vestida con algunos de esos modelitos que me subyugan o con ese pijama que dejaba entrever su estilizada silueta, y sin ningún tipo de pintura. Mi Ama está elegante hasta en pijama.
Estaba medio dormida, se tumbó en el sofá, arropándose con una manta, y yo me senté en el borde a su lado.
Después de conversar un rato sobre el carpintero, la cruz que estaba sin terminar, los bollos y otros temas, le dije que necesitaba hablar con ella.
Su reacción fue de tristeza. Y creo que con cierta maldad, yo sentí más alegría que pesar, al comprobar que no me quería perder.
Pasé a relatarle cual era la situación en la que me encontraba y las dudas que tenía con nuestra relación. Después de escucharme, para mi sorpresa, aunque Ama Gea seguía estando allí, conocí a María.
He tenido muchas experiencias con mi Ama, pero descubrir a una persona, que ya antes había intuido, sensible, vital, tierna, inteligente, protectora, con sentido común y con la fuerza necesaria, para tomar las medidas que creía más correctas, aunque la perjudicaran, me dejo en un estado que no tengo palabra para expresar.
Mi Ama me estaba mirando a mí, Jose. Se puso en mi lugar, comprendió mi situación y María cercenó todos los intentos que tuve para acercarme a Ama Gea.
No quería que tomara decisiones que pudieran hacerme daño, y no quería que nos viéramos hasta que estuviera seguro de que hacerlo no sería negativo para mí.
A las cualidades de mi Ama, había que añadir al menos otras dos: era una persona ética y generosa.
Puedo recordar momentos entrañables, de las tres horas que pasé con María aquella mañana, el gesto de su cara cuando intenté besarle los pies sin su permiso, como me dio a comer de su mano un pequeño bollo que le había comprado, la sensibilidad que mostró hacia mi pareja cuando le hablé de ella, la preocupación que manifestó mi futuro en soledad, sin mi familia, su gesto de gata mientras le masajeaba la espalda, o la tristeza, que leí en su mirada, cuando me ordenó que no me pusiera en contacto con ella durante una semana, para que aclarase mis ideas.
Fue una mañana intensa y emotiva.
Cuando tuve que irme de allí, bajé con lágrimas en los ojos, por las escaleras del destartalado edificio, y me puse a andar por la calle como un sonámbulo, intentando asimilar todo lo que había vivido aquella mañana con María, que había venido a encontrarme con Ama Gea.
Aunque mi mente, no estaba en situación de vislumbrar lo que tenía que hacer, poco a poco una idea se fue aclarando en mi cabeza. Cogí el móvil y mandé un mensaje a mi Ama:
"Ya la hecho de menos, me aclararé y volveré".
Allí mismo tomé una decisión, no iba a dejar a mi familia, y por encima de todo, tampoco iba a dejar a Ama Gea.
J*
Había pasado en muy poco tiempo de ser, una sucesión de experiencias divertidas y excitantes, a crearme un lazo emocional que comenzaba a impregnar mi vida.
Esto coincidió con una nueva crisis con mi pareja, y de pronto encontré que era muy difícil, recomponer mi relación familiar, a la vez que mantenía algo, que ya no era una aventura pasajera.
En alguna otra ocasión, pude vivir algo similar, pero ni de lejos, con la implicación emocional que esta me producía. Por primera vez "estaba" de verdad, con otra mujer que no era la mía.
Durante unos días evité llamar a Ama Gea, pero finalmente el deseo de verla fue mucho más fuerte que todas mis dudas.
Cómo ansiaba tener el internamiento, del que solíamos hablar, encontré la manera de ausentarme una mañana de mi trabajo. Y cuando lo conseguí, la telefoneé.
Cometí el error de decirle que, "teníamos que hablar". Luego supe que esa frase la había preocupado. (Odio ocasionar en mi Ama algún sentimiento que le produzca algún malestar).
El internamiento se complicó; mi Ama estaba reformando su salón, por lo que me dijo que en principio, podríamos mantener nuestro encuentro a partir de las ocho de la mañana, pero que tenía que confirmármelo.
No recuerdo el motivo por el cual, no pudimos ponernos en contacto, pero de igual manera, a las ocho de la mañana, estaba en la puerta de su casa, con unos bollos para el desayuno.
Cuando la llamé antes de subir, y me dijo que no podíamos mantener el internamiento, el corazón me dio un vuelco, pero me dejó subir un rato, hasta la llegada del estúpido carpintero y tomar un café juntos.
La encontré en pijama. No sé como está más bonita, si vestida con algunos de esos modelitos que me subyugan o con ese pijama que dejaba entrever su estilizada silueta, y sin ningún tipo de pintura. Mi Ama está elegante hasta en pijama.
Estaba medio dormida, se tumbó en el sofá, arropándose con una manta, y yo me senté en el borde a su lado.
Después de conversar un rato sobre el carpintero, la cruz que estaba sin terminar, los bollos y otros temas, le dije que necesitaba hablar con ella.
Su reacción fue de tristeza. Y creo que con cierta maldad, yo sentí más alegría que pesar, al comprobar que no me quería perder.
Pasé a relatarle cual era la situación en la que me encontraba y las dudas que tenía con nuestra relación. Después de escucharme, para mi sorpresa, aunque Ama Gea seguía estando allí, conocí a María.
He tenido muchas experiencias con mi Ama, pero descubrir a una persona, que ya antes había intuido, sensible, vital, tierna, inteligente, protectora, con sentido común y con la fuerza necesaria, para tomar las medidas que creía más correctas, aunque la perjudicaran, me dejo en un estado que no tengo palabra para expresar.
Mi Ama me estaba mirando a mí, Jose. Se puso en mi lugar, comprendió mi situación y María cercenó todos los intentos que tuve para acercarme a Ama Gea.
No quería que tomara decisiones que pudieran hacerme daño, y no quería que nos viéramos hasta que estuviera seguro de que hacerlo no sería negativo para mí.
A las cualidades de mi Ama, había que añadir al menos otras dos: era una persona ética y generosa.
Puedo recordar momentos entrañables, de las tres horas que pasé con María aquella mañana, el gesto de su cara cuando intenté besarle los pies sin su permiso, como me dio a comer de su mano un pequeño bollo que le había comprado, la sensibilidad que mostró hacia mi pareja cuando le hablé de ella, la preocupación que manifestó mi futuro en soledad, sin mi familia, su gesto de gata mientras le masajeaba la espalda, o la tristeza, que leí en su mirada, cuando me ordenó que no me pusiera en contacto con ella durante una semana, para que aclarase mis ideas.
Fue una mañana intensa y emotiva.
Cuando tuve que irme de allí, bajé con lágrimas en los ojos, por las escaleras del destartalado edificio, y me puse a andar por la calle como un sonámbulo, intentando asimilar todo lo que había vivido aquella mañana con María, que había venido a encontrarme con Ama Gea.
Aunque mi mente, no estaba en situación de vislumbrar lo que tenía que hacer, poco a poco una idea se fue aclarando en mi cabeza. Cogí el móvil y mandé un mensaje a mi Ama:
"Ya la hecho de menos, me aclararé y volveré".
Allí mismo tomé una decisión, no iba a dejar a mi familia, y por encima de todo, tampoco iba a dejar a Ama Gea.
J*
lunes, 17 de febrero de 2014
"El SISSY MAID QUE LLEVO DENTRO... (PERO MUY ESCONDIDO)"
Aunque los siguientes días fueron muy densos, me acordé muchas veces de mi primera visita a Ama Gea.
Después de muchas experiencias, que habían sido más o menos satisfactorias, pero casi siempre frustrantes, pensaba que esta vez, era posible que hubiera encontrado un Ama, con la que podía sentir, sin tener que fingir demasiado, la sumisión.
A la semana siguiente, cogí nuevamente el teléfono y volví a llamar a Ama Gea.
Antes de acudir a mi cita, me dediqué a buscar por internet, tiendas en donde comprar las chuches pica pica, que me había ordenado llevarle.
El tema se complicó, todas las tiendas eran online o cerraban a medio día.
Finalmente encontré una tienda en la calle Mayor, OOMUOMBO, dónde compre las chuches pica pica solicitadas. Y cómo no me quedé nada contento, con el apecto y sabor del encargo, añadí a la compra otro montón de chuches más tradicionales.
Con mis chuches en la mano, a la hora exacta y muy contento, volví a subir las escaleras del destartalado edificio, dónde vivía mi recién encontrada "Ama Gea".
Me abrió la puerta, estaba guapísima y su acogida fue muy cordial. Tenía la impresión de que se alegraba de volver a verme.
Me llevé una pequeña decepción cuando le entregué las chuches, no le gustaron nada, me dio a probar una y la verdad es que confirmé que no eran demasiado apetitosas. Me prometió el correspondiente castigo, que por suerte o por desgracia fue poco doloroso.
En nuestro primer encuentro yo había sido su puta, lo que pese al poco entusiasmo y cierto miedo, me había gustado. Esta vez me había preparado otra sorpresita.
A los pocos minutos me vi metido dentro de un vestido de sissy maid, montado en unos zapatos rojos, con tacones de aguja infinitos y unas tetitas con tendencia a subirse, junto con el vestido hasta mi cuello. Mi aspecto no podía ser más ridículo.
Mi Ama me ordenaba andar de forma provocativa, y mientras intentaba mantenerme en pie a trompicones, meditaba como las mujeres eran capaces de sostenerse sobre aquéllos zapatos, y encima hacerlo con tanta naturalidad y elegancia.
La situación resultó mucho más divertida que ridícula, no sé porque motivo no me podía sentir rídiculo delante de Ama Gea, sobre todo pensando como me sentiría si alguien que no fuera ella me viera con esa pinta.
Bueno, creo que aunque no logré desempeñar demasiado bien el rol que me había designado mi Ama, por lo menos la hice reir. Pensé que tampoco debía ser malo, que las sesiones tuvieran también una parte divertida, y me hice el firme propósito, en cualquier caso, que si volviéramos a repetir, intentaría, aunque no sabía muy bien cómo, meterme mejor en mi papel.
Cuando mi Ama se percató de que no podía hacer mucha carrera de mí como sissy, decidió utilizarme como puta.
El consolador que utilizó esta vez, me pareció más grande y amenazador que el primero, comenzó obligándome a chuparlo, lo que hice con cierta desgana, y metiéndome en la boca, poco más que la punta. Mi Ama, que se dio cuenta de mi falta de interés, por el asunto que tenía entre labios, me insto a chuparla hasta el fondo, cosa que intenté por complacerla.
Después, se volvió más exigente y enunció una frase que para mí fue definitiva, para cambiar mi actitud:
"¿No vas a hacer esto para complacer a tu Ama?"
Desde ese momento, comencé a ver el consolador como si fuera la polla de mi Ama y empecé a mamarla con excitación.
El miembro de mi Ama entró hasta mi garganta, y mientras sujetaba mi cabeza con sus manos, con voz firme e implacable me ordenó, mantente ahí. Excitado y con ganas de satisfacerla, aguanté incluso después de que me provocara arcadas.
Continué con mi trabajo, sintiéndome su puta sumisa, pese a que era muy grande y dura, y a veces no podía controlar que me provocase nuevamente arcadas, me sentía muy excitado.
Después de violar mi boca, mi Ama decidió utilizar mi culo.
Esta vez no me puso a cuatro patas. De pie, en la cocina, inclinado sobre el fregadero me violó, como un Amo violaría a su chacha. Para después culminar, tumbado en el suelo, recibiendo su lluvia dorada.
Yo estaba absolutamente feliz. Finalmente no estaba tan mal, esto de haber encontrado, un poco del sissy que llevaba dentro.... aunque muy escondido.
Pepe Estrella.
Después de muchas experiencias, que habían sido más o menos satisfactorias, pero casi siempre frustrantes, pensaba que esta vez, era posible que hubiera encontrado un Ama, con la que podía sentir, sin tener que fingir demasiado, la sumisión.
A la semana siguiente, cogí nuevamente el teléfono y volví a llamar a Ama Gea.
Antes de acudir a mi cita, me dediqué a buscar por internet, tiendas en donde comprar las chuches pica pica, que me había ordenado llevarle.
El tema se complicó, todas las tiendas eran online o cerraban a medio día.
Finalmente encontré una tienda en la calle Mayor, OOMUOMBO, dónde compre las chuches pica pica solicitadas. Y cómo no me quedé nada contento, con el apecto y sabor del encargo, añadí a la compra otro montón de chuches más tradicionales.
Con mis chuches en la mano, a la hora exacta y muy contento, volví a subir las escaleras del destartalado edificio, dónde vivía mi recién encontrada "Ama Gea".
Me abrió la puerta, estaba guapísima y su acogida fue muy cordial. Tenía la impresión de que se alegraba de volver a verme.
Me llevé una pequeña decepción cuando le entregué las chuches, no le gustaron nada, me dio a probar una y la verdad es que confirmé que no eran demasiado apetitosas. Me prometió el correspondiente castigo, que por suerte o por desgracia fue poco doloroso.
En nuestro primer encuentro yo había sido su puta, lo que pese al poco entusiasmo y cierto miedo, me había gustado. Esta vez me había preparado otra sorpresita.
A los pocos minutos me vi metido dentro de un vestido de sissy maid, montado en unos zapatos rojos, con tacones de aguja infinitos y unas tetitas con tendencia a subirse, junto con el vestido hasta mi cuello. Mi aspecto no podía ser más ridículo.
Mi Ama me ordenaba andar de forma provocativa, y mientras intentaba mantenerme en pie a trompicones, meditaba como las mujeres eran capaces de sostenerse sobre aquéllos zapatos, y encima hacerlo con tanta naturalidad y elegancia.
La situación resultó mucho más divertida que ridícula, no sé porque motivo no me podía sentir rídiculo delante de Ama Gea, sobre todo pensando como me sentiría si alguien que no fuera ella me viera con esa pinta.
Bueno, creo que aunque no logré desempeñar demasiado bien el rol que me había designado mi Ama, por lo menos la hice reir. Pensé que tampoco debía ser malo, que las sesiones tuvieran también una parte divertida, y me hice el firme propósito, en cualquier caso, que si volviéramos a repetir, intentaría, aunque no sabía muy bien cómo, meterme mejor en mi papel.
Cuando mi Ama se percató de que no podía hacer mucha carrera de mí como sissy, decidió utilizarme como puta.
El consolador que utilizó esta vez, me pareció más grande y amenazador que el primero, comenzó obligándome a chuparlo, lo que hice con cierta desgana, y metiéndome en la boca, poco más que la punta. Mi Ama, que se dio cuenta de mi falta de interés, por el asunto que tenía entre labios, me insto a chuparla hasta el fondo, cosa que intenté por complacerla.
Después, se volvió más exigente y enunció una frase que para mí fue definitiva, para cambiar mi actitud:
"¿No vas a hacer esto para complacer a tu Ama?"
Desde ese momento, comencé a ver el consolador como si fuera la polla de mi Ama y empecé a mamarla con excitación.
El miembro de mi Ama entró hasta mi garganta, y mientras sujetaba mi cabeza con sus manos, con voz firme e implacable me ordenó, mantente ahí. Excitado y con ganas de satisfacerla, aguanté incluso después de que me provocara arcadas.
Continué con mi trabajo, sintiéndome su puta sumisa, pese a que era muy grande y dura, y a veces no podía controlar que me provocase nuevamente arcadas, me sentía muy excitado.
Después de violar mi boca, mi Ama decidió utilizar mi culo.
Esta vez no me puso a cuatro patas. De pie, en la cocina, inclinado sobre el fregadero me violó, como un Amo violaría a su chacha. Para después culminar, tumbado en el suelo, recibiendo su lluvia dorada.
Yo estaba absolutamente feliz. Finalmente no estaba tan mal, esto de haber encontrado, un poco del sissy que llevaba dentro.... aunque muy escondido.
Pepe Estrella.
lunes, 10 de febrero de 2014
"MI PRIMERA SESIÓN"
Salí del cuarto de baño y fui al salón donde me esperaba.
Me ordenó arrodillarme y besarle los zapatos. Yo estaba nervioso y excitado, sentirme en esa posición, besando sus tacones, sólo hubiera podido superarse, si ella me hubiera permitido adorar sus pies. Pero no me atreví a pedírselo, antes de la sesión ya me había comunicado, que haría únicamente lo que le apeteciese, y además era posible que yo no le gustase.
Cuando me ordenó levantarme, cogió la fusta y me preguntó si recordaba los códigos de colores, a lo que asentí y comenzó mi castigo.
Los primeros golpes que me propinó fueron suaves, midiendo mi reacción, y fue aumentando la potencia paulatinamente.
Yo no estaba dispuesto, en mi primera sesión, a usar la palabra de seguridad, aunque me dejase el culo ensangrentado, pero, afortunadamente, detuvo el castigo para inspeccionar el efecto que estaba causando en mi piel.
Al comprobarla comprobó que se estaba poniendo roja, y cómo yo no podía llevar marcas, lamentó no poder seguir castigándome.
Yo también lo lamenté, no me gustaba nada que si difrutaba castigándome no pudiera hacerlo, pero por otra parte me alegré, era un ama que cuidaba que mi vida privada no se viera afectada por nuestras sesiones, y además aquello me había empezado a doler de verdad.
Después me sentó, y me dijo que le limpiara los zapatos con la lengua; Nuevamente a sus pies...
Mientras lo hacía a veces me ordenaba parar y me escupía en la cara. Yo creo que pensaba que la saliva me podía producir algún tipo de molestia, pero a mí lo único que me molestaba era que no la depositase en mi boca. Nunca me ha producido ninguna repugnancia la saliva, y menos viniendo de ella.
Después me hizo ponerme delante de ella y escupió repetidamente en mi cara hasta llenarla casi totalmente de saliva. Lo que más me gustaba, era ver su cara mientras lo hacía, parecía disfrutar y estaba guapísima.
Lo que a continuación vino me gustó menos. Me ordenó ponerme con el culo en pompa bien expuesto, y entendí que iba a introducirme un consolador ¡, que previamente me había enseñado con cara de satisfacción.
Creo que le dije que no estaba demasiado acostumbrado a que me hicieran aquello, que pensaba que me iba a hacer. No me hizo ningún caso, ella deseaba hacerlo.
En ese momento, empecé a sentir que esa mujer, joven, bonita, locuaz y perversa, podría llegar a ser el Ama que llevaba mucho tiempo buscando.
La sesión duró bastante más de una hora, y en la despedida me dio un beso.
Cuando salí de allí, tenía la absoluta certeza de que volvería, y que además sería muy pronto.
Pepe Estrella.
Me ordenó arrodillarme y besarle los zapatos. Yo estaba nervioso y excitado, sentirme en esa posición, besando sus tacones, sólo hubiera podido superarse, si ella me hubiera permitido adorar sus pies. Pero no me atreví a pedírselo, antes de la sesión ya me había comunicado, que haría únicamente lo que le apeteciese, y además era posible que yo no le gustase.
Cuando me ordenó levantarme, cogió la fusta y me preguntó si recordaba los códigos de colores, a lo que asentí y comenzó mi castigo.
Los primeros golpes que me propinó fueron suaves, midiendo mi reacción, y fue aumentando la potencia paulatinamente.
Yo no estaba dispuesto, en mi primera sesión, a usar la palabra de seguridad, aunque me dejase el culo ensangrentado, pero, afortunadamente, detuvo el castigo para inspeccionar el efecto que estaba causando en mi piel.
Al comprobarla comprobó que se estaba poniendo roja, y cómo yo no podía llevar marcas, lamentó no poder seguir castigándome.
Yo también lo lamenté, no me gustaba nada que si difrutaba castigándome no pudiera hacerlo, pero por otra parte me alegré, era un ama que cuidaba que mi vida privada no se viera afectada por nuestras sesiones, y además aquello me había empezado a doler de verdad.
Después me sentó, y me dijo que le limpiara los zapatos con la lengua; Nuevamente a sus pies...
Mientras lo hacía a veces me ordenaba parar y me escupía en la cara. Yo creo que pensaba que la saliva me podía producir algún tipo de molestia, pero a mí lo único que me molestaba era que no la depositase en mi boca. Nunca me ha producido ninguna repugnancia la saliva, y menos viniendo de ella.
Después me hizo ponerme delante de ella y escupió repetidamente en mi cara hasta llenarla casi totalmente de saliva. Lo que más me gustaba, era ver su cara mientras lo hacía, parecía disfrutar y estaba guapísima.
Lo que a continuación vino me gustó menos. Me ordenó ponerme con el culo en pompa bien expuesto, y entendí que iba a introducirme un consolador ¡, que previamente me había enseñado con cara de satisfacción.
Creo que le dije que no estaba demasiado acostumbrado a que me hicieran aquello, que pensaba que me iba a hacer. No me hizo ningún caso, ella deseaba hacerlo.
En ese momento, empecé a sentir que esa mujer, joven, bonita, locuaz y perversa, podría llegar a ser el Ama que llevaba mucho tiempo buscando.
La sesión duró bastante más de una hora, y en la despedida me dio un beso.
Cuando salí de allí, tenía la absoluta certeza de que volvería, y que además sería muy pronto.
Pepe Estrella.
viernes, 7 de febrero de 2014
PRÓLOGO
Escribo estas memorias por mandato de mi Ama, por y para ella, son suyas, y por supuesto puede utilizarlas como mejor le parezca.
Nunca me ha gustado escribir, y menos sobre mí y mis sentimientos, pero he de confesar que he disfrutado escribiéndolas, mucho más, cuando ella con voz suave, las ha leído.
Ama Gea me pidió sinceridad y mi mente se ha desnudado ante ella. He intentado ser lo más fiel posible a la realidad, a la hora de describir todas las experiencias, muy intensas, que hemos pasado juntos, y al contar los sentimientos que me ha provocado.
Por falta de tiempo, se me han quedado muchas cosas en el tintero, que también me hubiera gustado expresarle. Y a veces puede que algunos de los hechos relatados no correspondan a la sesión donde están incluidos. Pero en cualquier caso esto no le resta veracidad y autenticidad a lo aquí expuesto.
La misma falta de tiempo, ha provocado que la redacción no sea tan digna como su destinataria merece, y quizás necesite una revisión posterior.
Espero que mi Ama me lo perdone, y sea un poco condescendiente con su sumiso.
Con devoción:
Pepe Estrella.
Nunca me ha gustado escribir, y menos sobre mí y mis sentimientos, pero he de confesar que he disfrutado escribiéndolas, mucho más, cuando ella con voz suave, las ha leído.
Ama Gea me pidió sinceridad y mi mente se ha desnudado ante ella. He intentado ser lo más fiel posible a la realidad, a la hora de describir todas las experiencias, muy intensas, que hemos pasado juntos, y al contar los sentimientos que me ha provocado.
Por falta de tiempo, se me han quedado muchas cosas en el tintero, que también me hubiera gustado expresarle. Y a veces puede que algunos de los hechos relatados no correspondan a la sesión donde están incluidos. Pero en cualquier caso esto no le resta veracidad y autenticidad a lo aquí expuesto.
La misma falta de tiempo, ha provocado que la redacción no sea tan digna como su destinataria merece, y quizás necesite una revisión posterior.
Espero que mi Ama me lo perdone, y sea un poco condescendiente con su sumiso.
Con devoción:
Pepe Estrella.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)